OBEDECER A SU VOCACIÓN.

En estos días de fiestas salvatorianas, recordemos uno de los rasgos esencial del carácter de la Beata María de los Apóstoles: su empeño a realizar su vocación.

 

Trastear su alma, su corazón y sus fuerzas en muchas comunidades religiosas antes de conocer la obra de Jordán demuestra, más que de dudar de su vocación – le haría sido más fácil en tal caso de volver a su estado de baronesa con todas las comodidades que eso significaba -, una obstinación en escrudiñar Su Llamado a realizar la Voluntad de Dios.

 

Más que un lindo recuerdo de la Beata, reflexionar sobre esta obstinación nos puede ayudar hoy en nuestra vocación.

 

5 elementos pueden ser mencionados:

 

1. Humildad:

Sin duda alguna, la baronesa Teresa Von Wullenweber para decidir responder a su vocación - que iba en contra de la vida de lujo y riquezas exenta de dificultades que la esperaba - tuvo que ahondar en una profunda sencillez que la hizo más cercana a su aspiraciones profundas pero también más atentas a los demás.

¿Es mi vocación humilde colocando de lado mi situación social, económica, de poder y de estatus para responder plenamente al llamado que he percibido y adentrarme en él un poco más cada día?

 

2. Amor:

En vez de un amor terrenal exclusivo, Teresa, intentando entender los anhelos de su corazón, se fue poco a poco – fue primero laica y solo después abrazo la vocación religiosa - escogiendo la vía del amor oblativo a sus hermanos, testimonio de su Amor a Dios que iba creciendo a lo largo de sus años de vida.

¿Es mi vocación expresión de un amor oblativo – no interesado - a mis hermanos especialmente los más pobres, muestra de mi Amor a Dios?

 

3. Felicidad:

Prueba de haber encontrado la felicidad, Teresa paro su extenuante recorrido entre diferentes institutos religiosos en la Sociedad Apostólica Instructiva de Padre Francisco María de la Cruz Jordán, 15 años más joven que ella.

¿Es mi vocación expresión de felicidad, felicidad que derramo a los cuatro vientos, signos de estar pegado al Amor Inmenso del Señor?  ¿O soy un(a) salvatoriano(a) triste y aburrido(a)?

 

4. Confianza:

Al igual que Jordán, no dudo que Dios la estaba llamando a cumplir una vocación especial. Busco y busco hasta que la encontró. Sus confianzas se extendieron - más allá de sus pasos en la tierra - en el futuro del cual hacemos parte.

¿Es mi vocación confiada para emprender los caminos que me indica el Señor sin mirar atrás y sin lamentarme de que este camino es mucho más empedrado que el anterior?

 

5. Libertad:

Francisco y Teresa pensaban primero en responder a los retos de su tiempo para expandir la Palabra de Dios y la Vida y Enseñanzas de Jesús antes de plegarse a las instituciones existentes.  De allí, sus múltiples encontrones con las autoridades eclesiales y mundanas de la época. Resultados de sus luchas, somos hoy sus hijos y su familia.

¿Es mi vocación libre, perturbadora, inquieta, preguntona, necia y revolucionaria frente a los ofrecimientos del mundo para la mayor Gloria de Dios? ¿O me complazco en la pereza vocacional?  

 

En estas fiestas salvatorianas, rejuvenezcamos nuestras vocaciones sentados al pie de nuestros fundadores pero también descubriendo en los signos de los tiempos lo que nos piden hoy.

 

 

Felices fiestas