BUSCANDO EL TESORO.

De chiquitos, muchos de nosotros jugábamos a “Isla del tesoro”. Generalmente uno de nuestros papas, escondía en algún lugar de la casa, una chocolatina o un paquete de galletas, que luego teníamos que encontrar con “pistas” que él mismo nos daba. Lo valioso, aunque  disfrutamos del premio, era la exploración: exploración de nuestro mundo y exploración de nuestras relaciones.

 

Más adelante, seguimos entreteniéndonos con la búsqueda de otros tesoros: un diploma, una novia, un carro, una casa, un trabajo, un negocio, unas vacaciones, una colección de arte disfrutando no solamente el logro de nuestra meta sino también el proceso que nos llevaba a ella. Eso, pensamos, nos hacía felices, ser alguien en la vida, nos daba sentido.

 

Después de la búsqueda de todas estas riquezas que resuelven nuestras necesidades básicas y terrenales, seguimos, sin embargo, experimentando una impresión de vacío, de insatisfacción profunda. Porque, a pesar de tanto buscar, siguen sin responder preguntas como: ¿Quién soy? ¿Qué hago aquí? ¿Para dónde voy? ¿Tiene sentido mi vida?  Porque nos falta emprender la más importante de las búsquedas: la de nuestro tesoro interior.

 

Y como cuando éramos niños, descubrimos que en esta también existen “pistas”.

 

  • Nuestros padres. Con el cariño que nos brindan, nos enseñan también a ver la vida a su manera, nos cimentan con sus valores y construyen parte de nuestro ser. ¿Cómo me siento conmigo mismo? ¿De dónde viene este o aquel comportamiento? 
  • La naturaleza. Esta allí. A la vista. Las plantas, los animales, la lluvia, el sol, las estrellas nos brindan un sin número de preguntas adicionales pero también de respuestas frente a su belleza. ¿Por qué el gato o el perro que amo tanto?
  • Nuestra familia. Es como un equipo, funciona como una red de apoyo, de ayuda, nos abre a todos los otros con los cuales tendremos contacto. ¿Qué haces tú también aquí conmigo, querida hermana? ¿Qué hacen los otros?
  • El amor. Un hecho innegable de las personas es que existen sentimientos entre ellos y que el más fuerte de entre ellos es el amor. ¿Por qué el amor? ¿De dónde viene?
  • La historia. Aprender de los errores y de los aciertos de los seres humanos a través del tiempo es también algo que nos puede servir. ¿Será que la gente pueden profundizar algo de las guerras?
  • Nuestros talentos. Desarrollar las capacidades innatas que he obtenido de un cruce genético que muchas veces no tienen que ver con mis progenitores es como si tenía una misión. ¿Cuál es? 
  • La sociedad. Existen pobre. Existen ricos. Nacimos en algún lugar, en alguna posición social que no he pedido. ¿Cómo se ubica hoy?Los escritos de los pensadores previos a mí llegada al mundo. ¿Qué pensaron que me puede servir?
  • Los accidentes de nuestra vida. Ellos también tienen sentido. ¿Para qué mi enfermedad?

    Con todos estos elementos para alcanzar nuestro tesoro interior que no tiene otro nombre finalmente que la felicidad tan anhelada, bien podríamos perdernos o por lo menos tener una sensación de mareo existencial.

 

Pero si nos hacemos disponibles a todas estas preguntas, tarde que temprano empezaremos a recibir mensajes que nunca habíamos recibido y intuir que finalmente todo encaja: mensajes de verdadero amor, de verdadera alegría, de verdadera bondad, de verdadero consuelo, que nos proporciona Dios a través de nuestros hermanos. Descubriremos entonces que EL esta vivo y nos habla todos los días.

 

En ese momento, habremos logrado encontrar nuestro real tesoro interior.