Y FUERON FELICES.

Se prometieron eterno amor, no podían vivir el uno sin el otro, hacían planes para pasarla feliz eternamente, la alegría de ser amados se veía reflejada en sus rostros.

 

Pero algún día, un granito de arena, una bobadita, un evento insignificante empezó a alejarlos: algún trago de más, una discusión sobre sus familiares, un punto de vista distinto sobre cómo vestir la hija que ya tenían, un comportamiento que no le gustó al uno o al otro (por ejemplo dejar las chanclas tiradas en cualquier parte), una burla coquina tomada a mal… Nadie se dio cuenta. Para el exterior siguió el cuento de hadas. Y nadie pudo hacer nada.

 

Después vinieron los disgustos a repetición y las reflexiones afiladas, los gritos, las ausencias agregadas a veces con problemas de fondo: lo económico, las salidas con otros, los vicios, la falta de saber comunicar asertivamente. Ya sus padres, sus verdaderos y falsos amigos (los que esperaban ansiosamente que las cosas se desbaraten entre ellos para poderse meter) se dieron por enterados que las cosas iban cogiendo.

 

Llego la noticia oficial: Fulano y Fulana se separan. ¿Y la niña de sus ojos? No importa. ¿De veras? Hoy día hay tantos niños como ella.

 

¡Van a volver hacer sus vidas!

 

Mentira. Seguirán las mismas existencias con más dificultades: resentimientos, dolor, miedo al fracaso, desosiego, tristeza, falta de motivación para vivir, relaciones distintas con la hija, los padres, los amigos de los dos que no saben cómo actuar, dificultades ampliadas de dinero, repartición problemática de bienes, derechos de visita…. Como, de pronto, habría sido fácil de resolver estas pendejadas del inicio….cuando todo estaba todavía posible.

 

Ahora, son enemigos empedernidos: porque se quedó con algunas cosas que me había regalado mi mama, porque no puedo ver la niña sino en vacaciones, porque no hace sino llamarme a cualquier hora del día y de la noche, porque me amenaza….en fin, 100 mil razones hay. 

 

Y la vida se vuelve un infierno para los dos. Y la niña en el limbo.

Aún tengan un semblante de vida nuevamente arreglada, por mucho tiempo seguirán esta ira transformándose en odio profundo….a tal punto que se puede pensar en rociarse de gasolina y quemarse los 2 en un automóvil, o desfigúrala para siempre porque tiene que seguir siendo solo mía,  o matarla y cortarla en pedazos regándolos en todas partes….

 

Y seguir padeciendo toda la vida el remordimiento, las culpas, las locuras porque al fin y al cabo es de uno que se vuelve enemigo.

 

Es su enemigo interior el que, desde el principio, está presente en todas estos pensamientos, emociones y acciones. Es él que nos ofrece siempre las vías cómodas que se vuelven torcidas, los caminos placenteros que se vuelven llenos de obstáculos, los senderos suaves que se vuelven arduos y conflictivos, las avenidas sombreadas que se vuelven tenebrosas.

 

Muchas veces, nos dejamos seducir por el Enemigo interior en vez de encarar nuestras contrariedades para salir los 2 victoriosos, en vez de enfrentar nuestras grietas del pasado para lograr construir los 2 un nuevo castillo, un nuevo reino.

 

Este Reino de la Tierra y del Cielo nos lo prometió este “man que está vivo” desde hace más de 2000 años….a una sola condición: que lo amemos a Él sobre todas las cosas y a los seres humanos, amigos y enemigos, como a nosotros mismos.

 

¡Todavía estamos a tiempo de arreglar las cosas entre Dios, Tu y Yo!