"LA PAZ ESTE CON VOSOTROS".

Cuando, en estos días, se habla de Paz, en Colombia, en Siria o en Venezuela, la mayor parte de nosotros empezamos a hablar de proceso de Paz, de plebiscito, de terrorismo, de presidentes… y todo el mundo se involucra: victimas, no víctimas, militares, políticos, empresarios, Iglesia, altas cortes, medios de comunicación…. y personas del común como usted y yo.

 

Cada uno va de su comentario más o menos ilustrado, más o menos informado y se forja su opinión entre todos los pedazos de verdad o de mentira que van y vienen según los intereses defendidos.

 

¿Pero es la Paz que verdaderamente se define en La Habana, en la ONU, en Washington o en Caracas? No parece. Parece más bien el fin de un conflicto cincuentón, de una guerra teniendo como secuestrada a la religión o de una “revolución bolivariana”, todos conflictos con raíces sociales profundas. Parece más bien un tire y afloje de gabelas y prebendas. Parece más bien un intento por resolver dificultades que no se resuelven con una firma.

 

La verdadera Paz es una apuesta ética personal frente a la vida. Vivir en Paz significa pensar, hacer, reflexionar, expandir el bien en vez del mal. Es amar en vez de odiar, es escuchar en vez de debatir, es compartir en vez de acaparrar, es limpiar su mente en vez de aferrarse en llenarla de miles de basura, es anchar su corazón para que todos quepan en vez de volverlo parcializado o peor, duro como piedra, insensible.

 

La Paz no es asunto ruidoso pero primero un llamado que se vive en el interior de cada persona, que le permite ver el mundo desde un rincón distinto, desde una óptica diferente, con nuevas gafas y un ser renovado.

 

Cuando uno adquiere, a fuerza de voluntad, este bien tan precioso, siempre por conquistar, lo que quiere es regalarlo a otro. Ese tendría que ser el sentido de todos los abrazos de Paz presenciados en los medios o en nuestra vida diaria.

 

Este tesoro, esta luz, tiene también que cambiar la vida. No solamente la vida personal y comunitaria local sino la vida en sociedad y en el mundo. Si nada cambia, si nada se modifica no es Paz sino ausencia de conflictos, sino calma antes…de nuevas tormentas.

 

“La Paz este con vosotros” dice el Señor cuando visita a sus amigos escondidos después de su muerte, incrédulos frente a su resurrección.

 

Jesus quiere para nosotros la Paz Profunda, Confiada, Alegre que cambie nuestro ser y mueve montañas como lo tendría que hacer el creer en Su Resurrección. La Paz que viene de EL, no es para encontrar un nuevo equilibrio entre fuerzas antagónicas, sino para tejer una solidaridad fresca, inédita, valiente entre todos los seres humanos y practicar una nueva manera de vivir.

 

Es a lo que apuestan parcialmente, tarde que temprano, los acuerdos de paz a los cuales se llegan, como en casa, cediendo partes de sus reivindicaciones.

 

Y para entender y apreciarlos, hay que dejar mucho odio, mucha rabia, muchos recuerdos dolorosos, muchas imágenes e ideas preconcebidas y tener el coraje y la lucidez, más allá de lo estrictamente personal, de transformar y edificar, juntos, nuevos países, nuevo mundo, nueva humanidad. En palabras de Jesús, es construir el Reino de Dios.