SUPERHEROES

Nuestra época es sin lugar a dudas la era de los superhéroes. Superman, Batman, Capitán América, Flash, Iron Man, Hombre Araña, Hulk, Mujer Maravilla, Linterna Verde, Thor, Aquaman y Ant-Man se disputan la atención de todos con hazañas más formidables las unas que las otras.

 

Sin contar que para muchos, sus cantantes favoritos, sus actores predilectos y artistas destacados son una especie de superhéroes, esta vez de carne y huesos.

 

A mí, como a ellos y a cada uno de nosotros, me habría gustado ser infalible, indestructible, invencible, poderoso, genio… pero la realidad de mi existencia está llena de achaques de salud, partidas, luchas, logros y derrotas. Estos eventos están siempre presentes para recordarme mi humanidad.

 

Vivir plenamente mi humanidad y darme el tiempo de reflexionar sobre ella me hace más hombre y más asequible al entendimiento, conocimiento y compenetración con todos los otros seres vivientes. 

 

Después de 28 años de actividad, tuve que cerrar la empresa familiar que funde porque, a pesar de varios intentos fallidos, no se adaptó a los nuevos tiempos.

 

Me resistí durante 1 año a lo que ya era una decisión imposible de eludir, viviendo de esperanzas pasajeras, de ahorros realizados en el pasado y de deudas contraídas para tratar desesperadamente de salvar este barco. Resistí aumentando el estrés personal, familiar y de cada individuo que estaba montado en este paseo: mi esposa, mi hijo, mis empleados, mis clientes, mis proveedores.

 

Resultado de la crisis económica, del menor valor del barril de petróleo (materia prima de la cual está muy dependiente el país), del internet y de sus implicaciones a nivel de todos los sectores de actividades económicas, observe también miles de negocios como el mío cerrar sus puertas a nivel local, nacional e internacional.

 

Y siempre pasa lo mismo. Empieza la caída. Se resiste. Se obstina. Se pierde, a veces muchísimo. Y finalmente, se tiene que rendir.

 

Pero realmente lo que está en juego son otras muchas cosas.

 

Lo que está en juego NO son las peleas continuas con la gente que me ama, NO son las cifras por lo tanto claramente negativas, NO es la desesperación que siembro a mi alrededor, NO es la testarudez yendo hasta el delirio o la indiferencia fingida. No.

 

Lo que está en juego es el dolor de lo que pasa al interior, el mitigar con mi consciencia acorralada, la perdida de mi estatus de persona acomodada, el desvanecimiento de mi imagen tanto hacia dentro como hacia fuera, la disolución de un proyecto construido por tantos años, el orgullo de un sujeto echado para adelante y a menudo dador de consejos, la vanidad del empresario exitoso, la incertidumbre de mi futuro no solo económico, el combate continuo y agobiante para quedarme con todo lo que hace mi vida y a la vez que el darme cuenta cada día  de lo imposible que es. 

 

Indudablemente quería seguir al control de las circunstancias que ya no estaban a mi alcance. Pero ¿alguna vez lo habían sido?

 

Quería seguir con la seguridad que da el dinero, con la confianza en sí que da la experiencia, con la alegría aleatoria de vivir en un mundo sin dificultades ni problemas…mi mundo de superhéroe.

 

Finalmente, desesperado, enfermo, enfermos mis cercarnos, perseguido por las pérdidas y los fracasos, me rendí.

 

Y extrañamente, lejos de todas mis cálculos y esperanzas, desde que me rendí, vivo alegre, calmado, tranquilo, colmado de bendiciones, de SUS bendiciones. Todos los problemas no están resueltos y no se resolverán por arte de magia pero me inunda la paz, SU Paz.

 

Me lo había dicho antes, durante muchos años y de muchas maneras, pero yo era terco, obstinado, aferrado a cosas banales.

 

Me lo decía en SU evangelio y de SUS actos: “¿Por qué son ustedes tan miedosos? ¿Todavía no tienen fe?” (Mc 4, 40), “Hágase TU voluntad en la tierra como en el cielo” (Mt 6, 9-13), “No anden preocupados por su vida” (Mt 6, 25), “No temas, de aquí en adelante serás pescador de hombres” (Lc 5, 10), “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no caminarás en tinieblas” (Jn 8, 12) pero nunca las había podido experimentar en mi vida sino cuando perdí el control.

 

Volví, gracias a esta entrega, a ser libre, libre de humos cubriendo mi espíritu, de cegueras sociales y consumistas, de ataduras y apegos. Volví a llenarme de EL, de SU Felicidad, de SU gozo, de SU misión.

 

Hoy, cada paso adicional que realizo hacia a EL, me colma de satisfacción, de dicha y bienestar.

 

¿Cómo podía yo ser tan necio, tan fuertemente agarrado de mi ser, tan obtuso para no haber querido dejarlo actuar en mi vida antes como EL quisiera, según SU voluntad?

 

Aprendí que entre más vacío esta uno de si y entre más se niega a sí mismo, más se llena de Dios. ¿No es eso el sentido de SU Amor de pasión en la cruz hasta el final y de SU Resurrección y por consiguiente de la nuestra?

 

Hoy me queda solamente el deseo profundo de escucharlo y seguirlo en todas SUS aventuras, peligrosas, descabelladas, locas o absurdas según los criterios terrenales, pero que yo no podré dejar…. de realizar con EL, por EL, en EL, a favor de mis hermanos y de un mundo mejor.

 

Me queda también el admirar y aprender de todos estos superhéroes de la fe que llamamos santos, papás, obispos, sacerdotes, hermanas, monjes, diáconos o laicos comprometidos que antes de mí han entendido el valor de la pobreza para el Reino, de la humildad y de la entrega absoluta.