Grandes decisiones.

Por allá a los 18 años y después a lo largo de toda su existencia debemos tomar grandes decisiones como: seguir estudiando o no, que estudiar, casarse, ser mama o papa, que trabajo empezar, donde vivir, con quien….

 

Estos grandes caminos de la vida se llaman así porque implica coger una dirección en vez de otra buscando nuestra felicidad presente y futura.

 

Estas decisiones suelen ser arduas de tomar, ingratas de seguir, tortuosas en sus motivaciones, implacables en sus resultados, impactantes en nuestros gustos de vivir y nuestras relaciones con los demás.

 

Por eso parece interesante enumerar algunas consideraciones al respeto que podrán ayudar cada uno a cometer menos errores al momento crucial de determinar su futuro.

 

1.    Las grandes decisiones se toman en un entorno agradable y silencioso. El ruido y las múltiples ocupaciones destruyen lo que más necesitamos en ese momento: reflexionar profundamente.

2.    También preferiremos momentos donde estemos bien de ánimo. Aplacemos irremediablemente lo que pensemos cuando estamos abrumados por el desánimo, la tristeza, la rabia. Si escogemos cambiar el rumbo de nuestros días cuando estamos “down”, seguramente nos equivocaremos. Estar “up” para retomar los puntos analizados, nos permitirá verlos mejor.   

3.    Escribir los pros y los contras, las ventajas y desventajas pero también nuestros sentimientos al respeto pueden ser de mucha ayuda. Hacer una lista de los talentos que nos reconocemos cruzándolos con los que dicen las personas que tienes alrededor puede darte pistas valiosas. 

4.    Tratemos de descartar emocionalmente toda persona involucrada de cerca o de lejos en la resolución que debemos adoptar. Tanto nuestra mama, nuestro papa, hermano, novio, amigo…pueden incidir en lo que vamos a elegir pero finalmente ellos nos estarán acompañando un rato y después seguiremos al mando, responsable para largos periodos de tiempo.

5.    Tengamos audacia en tratar de saber en qué podemos ayudar a los demás al concretar nuestro papel en este mundo.

6.    Eliminamos toda consideración de aspecto financiero o más bien preguntémonos si aún sin dinero haríamos la misma escogencia. El dinero solo nunca es un motivo suficiente.

7.    Quitémonos las máscaras. Ellas si nos permiten jugar roles cuando estamos con otros, estorban para encontrar nuestro verdadero yo.

8.    Busquemos nuestra fuente interior. Está hecha de transparencia con nosotros mismos, de honda reflexión personal, de limpieza de corazón, de irreductible amor, de insondable energía vital que nos manda a hacer esto en vez de aquello y, señal que la encontramos, de indecible alegría que nos llevará a mover montañas y obstáculos para lograr beber a esta agua viva.

 

9.  En el transcurrir de los años, muchas veces podremos rectificar la trayectoria. Será más difícil y más laborioso pero, si tenemos realmente las ganas, lo podremos hacer. Así que no nos desesperemos. Con calma y paciencia, seguramente lograremos distinguir la ruta correcta.

 

 

El “man que está vivo” desde hace más de 2000 años siempre se apartaba de las multitudes para conectarse con el mismo y con Su Padre. Fue descubriendo Su Vocación en el mundo como Hijo de Dios como tú tienes que responder a la tuya. Seguro que Él te puede colaborar.