LOGRAREMOS CAMBIAR EL MUNDO:

Hace años, cuando pasábamos de la infancia a la juventud, con el despertar de nuestra conciencia, empezábamos a ver, oír y sentir nuestro entorno local, nacional y global. Y lo que presenciábamos era un mundo lleno de problemas, de ambigüedades, de conflictos…en una palabra un universo que no nos gustaba y que queríamos renovar. Un planeta del cual empezábamos a hacer parte y que nos proponíamos de transformar.

 

Era también la época en la cual decidíamos de nuestras orientaciones académicas que muchas veces tenia también este propósito: cambiar el mundo.

 

No obstante, muchos de entre nosotros terminamos volviéndonos conformistas, resignados, sometidos, amoldados a la sociedad que algunos tiempos atrás estábamos criticando. ¿Por qué? Simplemente porque realizábamos que nuestro propósito era una utopía, una cosa imposible de lograr, era como luchar contra molinos de viento. Simplemente también porque nos complacíamos cada vez más en el confort para los más afortunados o en el querer hacer parte de esta elite acomodada para los otros.

 

El consumo poco a poco nos ofrecía sus encantos y nos proponía olvidar esta llama de juventud que nos quemaba en pro de más belleza, más alegría, más igualdad, más justicia.

 

Y hoy día, cuando los jóvenes del siglo 21 se olvidaron casi por completo de este asunto, los adultos que somos, inmersos en una sociedad que maltrata los ideales que algún día abrazamos, nos volvamos personas sin rumbo, sin valores sino la del dinero, sin entusiasmo sino el de empujar su vida hasta el cajón, sin amor sino el vendido por las telenovelas, sin pasión sino la de los billares, de las tabernas y de las discotecas.

 

Algún día, por pereza, nos olvidamos del tema. Y nos vuelve a la cara cuando, por fin, nos damos cuenta que esta cuestión era esencial para tener un objetivo en nuestras vidas, una meta para nuestra historia, un ideal para crecer como persona, un plan para dejar de sentirse vacío mientras corre el tiempo.

 

¡Está bien! Muchos lo hicieron a través de su familia, a través de sus hijos, de sus padres. Cambiaron sus mundos.

 

Pero si nos azota la preocupación de saber si “si” hicimos lo suficiente, es justamente porque tenemos el sentimiento que habríamos podido hacer mucho más. Y de hecho lo habríamos podido hacer. Pero perdidos en nuestros afanes mundanos, nuestras ansias de poder, de placer, de tener o de parecer pasamos indiferentes delante de muchas oportunidades de ser útil y de servir.

 

Una buena noticia para las personas que se sienten en deuda con la humanidad, empezando por la propia, es que nunca es tarde. Siempre se puede empezar YA.

Esperamos que el tiempo que se avecina nos dé la ocasión de reflexionar y empezar nuevamente con nuestra aspiración de juventud.

 

 

“El man que está vivo” desde hace más de 2000 años nos ofrece mensajes, enseñanzas y testimonios de una existencia llena. Llena de Amor, de Alegría, de Felicidad, de Servicio, para construir una tierra nueva llamada el Reino de Dios. Hoy mismo, si queremos, lo podemos empezar a edificar.