PROFUNDIZANDO EL AMOR

Algún día llegue a ser papa. Además de esperar, mi esposa y yo, ansiosamente la llegada de un nuevo ser con preparativos tanto materiales (pieza, cama, pañales, ropa) como intangibles (búsqueda del nombre, diseño de un futuro, bienvenida, bautismo…), no dejaba de maravillarme del resultado de nuestro amor: 2 semillitas humanas que se encuentren al azar (¿realmente?) para formar en nueve meses un ser supremamente desarrollado, supremamente mecánica y espiritualmente bien hecho.

 

El encanto aumento cuando pude oír su corazón latir, sentir sus pies ya empujando las paredes del vientre materno queriendo salir. Todavía no había encontrado la puerta. Todavía le quedaba algún tiempo de crecimiento.

 

Encontró la salida, un buen día, de sorpresa, y entonces pude realmente contemplar nuestra espectacular obra. El hombre podrá inventar cohetes a marte, artefactos tecnológicos, aviones y miles de cosas por el estilo pero jamás podrá superar la obra nacida de una pareja… un niño…un simple niño…como existen millones, el mío, el nuestro, un regalo para la humanidad, primero la de él y después la del mundo entero.

 

¡Que belleza verlo agarrarse los deditos de tu solo pulgar! ¡Que belleza oírlo llorar para reclamarte a ti y a tu cuidado! ¡Que belleza verle mover la cabeza cuando le hablas y le sonríes! ¡Que belleza tenerlo contra tu pecho, tranquilo durmiendo, totalmente entregado!

 

¡Que numero de retos para que ese niño llegue a ser un hombre de bien, un hombre recto, un hombre de pie con el overol puesto, un hombre dichoso!

Más que llegar a ser ingeniero, piloto, cocinero, profesor, artesano, agricultor, más allá de tener carro, casa, beca, estatus, más importante que llegar a ser presidente, cantante, general o empresario, tendrá que realizar una tarea sin la cual no se sentirá realizado: ir profundizando el amor.

 

Entre sus compañeritos de infancia, entre sus camaradas de adolescencia, entre sus amigos de juventud, en pareja y en familia, en grupos, en equipos, en comunidades, en sociedad será esencialmente un “profundizador” de amor.

¿Qué profundizará? ¿Su fortuna, su prestigio, un súper héroe con carácter fuerte y autosuficiente? No. Profundizará su verdadero yo con los otros, su verdadero destino, su verdadera alegría, su verdadera felicidad. En el amor, se realizará plenamente este pequeño niño que reposó algún día, indefenso entre mis brazos.

¡Qué responsabilidad para él! ¡Y para mí como papa! Hacer de ese niño, un ser completo en corazón, alma, inteligencia y cuerpo.

 

Es lo más bravo, lo más duro, lo más aterrador, lo más retador, lo más lindo, lo más hermoso, lo más esencial: enseñarle como se hace, como cumple con el trabajo, como realiza la labor de ser feliz. Eso también lo hicieron mis padres conmigo y mis abuelos con mis papas y mis tatarabuelos con mis abuelos… Y así desde el principio. 

   

Todo eso está inscrito en el corazón del hombre desde la eternidad y es por eso que tengo que afirmar que no puede ser gratuito, que todas estas sumas de amor no pueden ser en vano. De eso, en mi rol de “profundizador” de amor, tengo que estar convencido… para luego convencer a otros.

 

Y a ese momento me vuelco hacía el pesebre de mi casa y veo allí el mismo niño que tenía yo hace tanto años en la cuna, veo allí el niño Dios, veo allí tantos y tantos niños huérfanos, heridos, maltratados, hambrientos de pan y de abrazos, tantas niñas violentadas, tantos adultos sin esperanza, tantos abuelos sin techo.

Y mi corazón sabe que La Respuesta está allí.

 

Para lograr entenderla mejor tengo que estar con Él y en Él que me la enseña y que conjuntamente me pide, nos pide, principalmente, de ir por la vida profundizando el Amor.

Entonces, tengo que empezar y seguir esa tarea tan impresionante, tan bonita y tan fundamental no solamente con mi hijo y mis cercanos sino también con todos los que necesitan de mi afecto, de mi presencia con ellos, de mis acciones al lado de ellos, de mi lucha por ellos.

Entonces y solo entonces, podre decir a mi hijo que realice la hazaña para que él también la pueda realizar.

 

Solo entonces, me podrán llamar cristiano.