SER SALVATORIANO LAICO HOY Y MAÑANA.

Ponencia en el 25avo encuentro nacional de los Salvatorianos Laicos de Colombia.

En el marco del 25avo encuentro de los Salvatorianos laicos de Colombia, vamos a intentar emprender juntos los caminos que desde hoy nos conducirán a cumplir 50 años, a afirmar los tramos ya asfaltados y lanzarnos a trazar la nueva autopista del futuro.

 

No soy quien para dar lecciones de conducción, ni para decirles por donde hay que ir. Pero si me encargaron de llevarlos a buen puerto es que confían en mis habilidades de conductor. Creo que es por eso que me confiaron la responsabilidad de este viaje. O, quizás, porque conozco mejor la ruta, o que he viajado mucho con un modelo de carro colombiano relativamente nuevo y con un vehículo extranjero ya viejo.

 

Agradezco a la coordinación nacional, al grupo asesor, a Jordán y a Jesús por haberme prestado el bus de nuestro futuro para poderlos invitar.

 

Este viaje no lo quiero hacer solo, como el conductor del bus de madrugada que lleva a sus viajeros dormidos. ¡No! Quiero volverme por algunos instantes el supervisor de conducción, el que desea que sus alumnos ganen el examen para que, a su vez, ellos también emprendan, luego por su cuenta, este viaje hacia nuestro futuro.

 

Por eso dividí mi intervención en cuatro etapas, después de las cuales pararemos para realizar cuatro pruebas de conducir:

 

Primera etapa: SER PLENAMENTE HUMANO

Segunda etapa: SER VERDADERAMENTE CRISTIANO: ACOMPAÑANDO A UN DIOS TOTALMENTE HUMANO

Tercera etapa: SER PROFUNDAMENTE SALVATORIANO: CON UN EXCELENTE MAESTRO QUE ES JORDAN

Cuarta etapa: SER METODOLOGICAMENTE LAICO: ENFRENTANDO LOS DESAFIOS DE HOY Y DE MAÑANA PARA CONSTRUIR SALVACIÓN.

     

 

Primera etapa: SER PLENAMENTE HUMANO

 

Antes de nacer, ya estamos en los planes de Dios. Venimos al mundo, bajo una cierta fisionomía, con unos indudables talentos, en entornos familiares, económicos, culturales, sociales, religiosos diferentes, con compañeros distintos y oportunidades diversas.

 

Y lo primero que nos toca hacer es aceptar todo esto. Aceptar ser hombre, bajito, negrito, gordito, costeño así como otra tiene que aceptar que es mujer, bonita, de pelo ya blanco, elegante, de piel trigueña, paisa.

 

A todos nos toca lo mismo. Es realmente este el primer paso de una identidad resplandeciente. ACEPTARSE A SI MISMO. Porque aceptándonos a nosotros mismo, también aceptamos a Dios en nuestro ser.

 

El resultado de lo que uno es viene de Dios: nuestros genes, este “azar” que nos hace nacer de tal ovulo y de tal espermatozoide, en tal o cual circunstancias, en un país determinado… Y esto es verdad en todas otras nuestras facetas.

 

Y este ser que es uno, a la base, perfecto porque está  hecho a la imagen de Dios (GN 1, 27), se va construyendo bajo varios pilares: el bien y el mal que cohabitan, el amor, los demás, nuestra misión y nuestra libertad.

 

Para ayudar en esta construcción se nos ha regalado una herramienta fabulosa, que ningún otro viviente tiene: nuestro espíritu, que es también Su Espíritu, que nos permite, entre otras cosas, pensar nuestro existir (GN 2, 20)

 

Ser plenamente humano es empezar a vivir la vida en todos sus aspectos, logros, errores y emociones, todos a la vez, es entendernos sin tabúes, es seguir indagarnos infinitamente, continuar aprendiéndonos golosamente, investigarnos siempre para, en cada momento, en cada etapa de nuestra vida, tener una visión parcial pero honesta y acertada de uno mismo.

 

Es el “conocerse a sí mismo” de Sócrates.

 

Es el objetivo de esta primera etapa.

 

Primer prueba de conducción.

 

En 5 minutos, en 2 párrafos realizó mi auto retrato. Hay mucho que decir…pero contentémonos con  lo esencial.

 

 

Segunda etapa: SER VERDADERAMENTE CRISTIANO: Acompañando a UN DIOS TOTALMENTE HUMANO.

 

Dios es Dios pero también se hace hombre.

 

En el Antiguo Testamento, Dios se revela como CREADOR poco a poco a través de los profetas y de las vivencias de un pueblo.

 

Y porque es creador, los hombres empiezan a atribuirle una multitud de calificativos según las experiencias que van teniendo de EL: Dios puede ser vivido como soplo, nube, agua, mana, fuego… pero también como guerrero, defensor, vengador, todopoderoso, omnipotente, …

Las relaciones de los humanos con Dios vivido así son siempre VERTICALES, es decir Dios es vivido como TRANSCENDENTE, SUPERIOR, AUTORITARIO.  

 

Jesús, verdadero hombre y verdadero Dios, desde Belén hasta el Gólgota y el sepulcro vacío, nos propone un dios muy diferente. A este Dios lejano del AT, nos invita a decirle “Papi”, nos enseña a hablar con EL, nos estimula a conocerlo como es de verdad. Más aún, dice Jesús que EL se confunde con el Padre (Jn 14,9-11).

 

Entonces, si Jesús tomo nuestra condición humana para mostrarnos el verdadero rostro de Dios, ya no podemos quedarnos con la personalidad de este construida desde el AT, de un dios regañón, castigador y violento, del que tenemos que tener miedo.

 

Debemos cambiar el chip: el Dios del Testamento Nuevo encarnado en Jesús es un Dios de Amor, Bondadoso, Disponible para escuchar, Atento a nuestras dificultades, Cercano, Humilde y Sencillo. Nuestro trato con este Dios humanado es de amistad, compañerismo, hermandad. Nuestra relación, entones, se vuelve horizontal: es de TU a TU.

 

Y EL, para volvernos santos, nos sugiere que lo imítenos, que el Amor que nos demuestra, lo debemos hacer nuestro. Por eso no insinúa que tenemos que identificarnos con EL,  diseñarnos con EL, y poco a poco configurarnos con EL.

 

Si lo logramos hacer desde un conocimiento cada vez mejor de nuestro ser humano y de Su Ser Divino presente en nosotros, nos quedará más fácil interpretar Su Voluntad en nuestra vida futura.

 

Cuando nuestro ser humano se encuentra con SU SER DIVINO presente en nosotros, lo llamamos EXPERIENCIA DE DIOS.

 

Segunda prueba de conducir:

 

Intentamos en 10 minutos, ayudados por los 2 párrafos escritos para la prueba de conducción anterior, descubrir cuando y donde Jesús estuvo conmigo a lo largo de mi existencia. Y más allá, a lo largo de los días y semanas venideros, reinterpretamos toda nuestra vida a la luz de Dios.

 

 

TERCERA ETAPA: SER PROFUNDAMENTE SALVATORIANO: CON UN EXCELENTE MAESTRO QUE ES JORDAN.

 

Aquí entramos ya en lo que nos hace particulares, especiales, diferentes. Es nuestra vocación singular.

 

Ser salvatorianos no es salvar a la humanidad. ¡No! De eso seriamos bien incapaces. Jordán no salva, nosotros tampoco. Solo Dios salva.

 

Ser salvatoriano es trasmitir, a la manera de nuestro fundador, el mensaje de salvación de este Dios de Amor que acabamos de reconocer en nuestra humanidad.

 

Concentrémonos sobre las maneras especiales y específicas que tenía Francisco de la Cruz para ser cristiano y como podrían ser las nuestras hoy.

 

UNIVERSAL: A todos, en todo lugar y por todos los medios. Fue de la India a Estados Unidos pasando por los países europeos, en tiempos de viaje en carruaje, en barco, sin luz eléctrica.

Se rehusó a limitar los medios y el tipo de personas (sacerdotes, profesionales, amas de casa, hermanas…) buscando las mejores herramientas para cumplir su misión.

Sobre este punto, nuestra misión hoy como salvatoriano es facilitada por el internet. Quien es quien en “el face”, nadie lo sabe: un viejito como yo puede relacionarse con un joven, un obispo con una madre de familia, un sacerdote con un “trans”, un papá con el compañero de su hijo. Ser amigo, compartir, comentar, re direccionar, fotografiar, publicar, mandar, relacionarse a miles de kilómetros de distancia nunca ha sido tan fácil. ¿Pero quién utiliza esta herramienta para expandir el Reino?

 

POPULARIZAR: Enseñar, instruir, divulgar a todos tanto el valor de la fe como sus verdades, entrar a debatir, escuchar y evaluar críticas, ser plural y no singular en sus maneras de vivir, así lo hacía Jordán.

Popularizar es volver asequible, entendible y transformador el Reino de Dios. ¿En un mundo de hoy tan diverso, como estamos viviendo lo pluri cultural, lo pluri étnico, la inclusión para lograr la sociedad del Amor? ¿Cómo estamos con eso?   

   

OPCIÓN POR LOS POBRES: Ser pobre y padecer por serlo, no tiene sentido. Pero ser pobre como Jesús o como Jordán lo fueron, como un valor existencial, como mi ADN que es también el de ellos permite acercarnos, irradiar y contagiar a todos.

Tomar una opción por los excluidos, los desfavorecidos, los mendigos, los encarcelados, los drogadictos, no desde los sofás de nuestras salas sino desde los lodazales de nuestras ciudades, desde nuestros barrios y hasta desde nuestras familias, no es fácil.

Enfrentarse a las estructuras para defender y luchar por los derechos de los sin voz, innovar tejiendo otros tipos de relaciones sociales, para asemejarse a Jesús es tarea de gigantes. ¿Si quiera, algunas veces, nos inquieta el tema y empezamos a hacer algo?

 

IGLESIA: Es una constante actual, como lo fue en el tiempo de Jordán, el criticar sus posiciones, atacar a su gente, burlarse de sus ministros, menospreciar sus fieles, dividir al pueblo de Dios. Pero es porque no entienden que la Iglesia somos todos. Todos hacemos parte, creyentes y no creyentes, incrédulos e indiferentes, del pueblo caminante de Dios. Entonces, si hay que criticar, criticamos desde dentro para construir y empecemos a hacerlo, si hay que burlarse, burlémonos de nosotros mismos, de nuestras apatías, de nuestros desengaños, de nuestras tonterías, si hay que atacar, ataquemos nuestro analfabetismo religioso para poder embestir después el de los demás.

 

ORACIÓN: El padre Jordán era un apasionado orante. ¿Cómo queremos nosotros ser sus seguidores sin entrar en comunicación con Dios a través de la oración? Jesús se hace presente en nuestras vidas de múltiples formas, pero lo vemos actuar solamente si estamos en continua relación con EL. La oración ferviente, en silencio, más de escucha que de habla tiene que ser perseverante que oír su voz y entender su voluntad.  

 

CRUZ: Quisiéramos que todo fuera siempre color y olor de rosa. Somos idolatras del bien estar, del buen comer, del buen vivir, del buen ambiente y solo nos gustan las cosas sabrosas.

Francisco de la Cruz habían entendido que el bien es mayor, es más gustoso, es extraordinario cuando atraviesa los obstáculos, cuando sufre tormentas y llega la calma, cuando Jesús moribundo ofrece su Reino a todos los ladrones arrepentidos que podemos ser nosotros, cuando nosotros mismos nos ofrecemos, vivimos el Amor Sublime de la Cruz…negándonos a nosotros mismos y llegando así a la resurrección.

 

INNOVADOR: la innovación era una actividad permanente en Jordán: Fundar, crear movimiento, imprimir, viajar, enviar colaboradores, escribir, organizar, celebrar. Cada una de estas tareas tiene un sello, es pensada, reflexionada, meditada, orada. ¿Nosotros, somos igualmente inquietos?

 

MARÍA: María, madre de Dios, hacía parte integral de cada instante de la vida de nuestro fundador. Como intercesora, ella le permitía y nos permite hoy entender más la realidad humana y divina de Su Hijo para poder proyectarnos hacía al mundo.

 

ALEMÁN: Organizado, estructurado, algo tosco, de pensamientos cuadrados y bien cimentados, dirigente, acogedor después de consolidar confianza, pero a la vez atravesado por la espada del sufrimiento, renunciando a sí mismo, abierto al servicio humilde y solidario movido por el Espíritu para llevar a cabo su obra, ese es el Jordán que imagino desde mi herencia europea.

¿Podremos aprender de estas diversas cualidades o nos quedaremos en nuestros tropicalismos desordenados?

 

Tercera prueba de conducir:

 

5 minutos para anotar algunas cualidades de nuestro fundador que practico hoy y la manera de hacerlo y una que no practico pero que me comprometo a investigar.

 

 

Cuarta etapa: SER METODOLOGICAMENTE LAICO: ENFRENTANDO LOS DESAFIOS DE HOY Y DE MAÑANA PARA CONSTRUIR SALVACIÓN.

 

Si nuestra misión común esta resumida en Jn 17, 3: “Esa es la vida eterna: conocerte a Ti, único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesús, el Cristo”, ¿cuál es nuestra especificidad como laicos?

 

Salvación es conocer a Cristo y su manera peculiar de actuar en el mundo y anunciarlo a los hombres.

 

Podemos realizar esta misión desde el templo, la parroquia, los mismitos caminos recorridos por todos, entonando oraciones, rosarios, cantos, formando grupos apostólicos, acciones de parroquias, inventándonos actividades románticas y asistencialistas con personas previamente practicantes.

 

Podemos realizar esta misión desde el otro: estar allí con un chaleco salvavidas cuando alguien se va a hundir, estar allí como los bomberos cuando la casa se incendia, estar allí con un pan cuando el hermano tiene hambre, es estar allí cuando Dios nos llama a ayudarlo en Su Tarea.

 

Si claro. Todo eso es salvación.

 

Pero, muchas veces, estas actividades tienen resultados contrarios a los deseados.

 

Por ejemplo, la gente no se mueve a conseguir el alimento por sus propios medios porque sabe que se lo daremos.

Por ejemplo, quisiéramos que se organicen, que se reúnan cuando no podamos ir, que sean autónomos, pero como pensamos que nadie se quiere comprometer, que ninguno tiene la capacidad suficiente, tenemos que ir una y otra vez y así por años. Y finalmente esta actividad llena tanto nuestra vida, que no la queremos dejar porque se vuelve nuestro centro.

Por ejemplo, nos lamentamos de las personas que se alejan de nuestra religión pero seguimos repitiendo lo mismo, de la misma manera, aburrimos no con el fondo sino en la forma. Ya los fieles, nuestros fieles, no encuentran el sentido en estas actividades rutinarias.

 

Todos estos modos de hacer se resumen en una palabra: asistencialismo.

 

Y el asistencialismo es muy buen negocio. Pero no para la gente. Para nosotros que ganamos dinero, estatus de bienhechores, sentimientos de bondadosos, prebendas múltiples y buena sino excelente consciencia, mientras ellos pierden su dignidad, su empuje, su dinamismo y a veces hasta su cultura, su entorno, su solidaridad y se vuelven más ignorantes y pobres que antes de nuestra llegada.

 

Ellos no nos lo dirán porque no quieren perder lo poco o mucho que le llevamos. Pero es así.

 

Con Jordán que ingenio un movimiento no una congregación, que pensó en un quehacer distinto, complementario, revolucionario, Dios espera algo radicalmente diferente. Si no, ¿Por qué habría EL mandado a Jordán y a Madre María para mostrarnos Su Camino?

 

Jesús nos habla siempre del Reino de Dios. En su boca, es una apuesta a un mundo nuevo, a una tierra nueva, no solo a una persona nueva, no solo a que nos salvamos a nosotros mismos. Pasa por allí pero la propuesta de Jesús es mucho más que eso: Jesús nos propone luchar por una SALVACIÓN COMUNITARIA, COLECTIVA. Y es lo que Jordán entiende cuando manda sus seguidores a misión y les pide estar unidos.

 

Significa que nosotros no podemos ser salvados por el Señor si no batallamos a lo largo de la vida y con Su Ayuda para salvar a TODOS. TODOS. Nuestra salvación individual depende de la colectiva, de lo tanto hayamos logrado cumplir nuestra misión de expandir el Reino de Dios, con una solo arma: el Amor.

 

Nuevamente, tenemos que cambiar el chip, tenemos que “nacer de nuevo”, como le dice Jesús a Nicodemos (Jn 3, 5-7). En nombre de Jesús. En nombre de Dios. Con el don especial del Espíritu regalado a Jordán.

 

Entonces:

 

1.    Nosotros, laicos – como todos los bautizados- , tenemos la obligación de entrar en cualquier parte con cualquier tipo de personas, especialmente aquellas que sistemáticamente son apartadas, excluidas, relegadas: los drogadictos, las putas, los enfermos vergonzantes, los homos y transexuales, los encarcelados, los mundos de explotación laborales, los violentos, los reinsertados…

 

2.    Nosotros, laicos, – como todos los bautizados –, porque tenemos las posibilidades de entrar en cualquier ambiente, en cualquier lugar, sin ser inmediatamente tratado de “padre” o “hermana”, tenemos la obligación de dirigirnos preferencialmente a los NO creyentes, los perdidos del Reino.

 

3.    QUIERO INSISTIR FUERTEMENTE SOBRE ESTE PUNTO. Nosotros, laicos, - y todos lo podemos aprender - tenemos la obligación de realizar procesos, despertar liderazgos, plantear metodologías adaptadas, evaluables y reproducibles desde un “hacerse amigos”, un “hacer hermanos”, un “hacer prójimo”, desde entablar primero confianza y legitimidad, que lleven a un IMPACTO REAL en la vida de los seres humanos. Solamente así, lograremos realizar la tarea de emancipar, dignificar, empoderar a las personas y no infantilizarlas y tenerlas de rehén de nuestra Voluntad, como individuo, como comunidad laical o religiosa y como Iglesia

 

4.    Y finalmente, nosotros, laicos, - y también ustedes hermanas y padres - tendremos que pretender, algún día, que ese Jesús viva en nosotros de tal forma que nuestra vida entera sea atravesada, fundamentada sobre Su Vida y Su Reino. Esto implica al menos 2 cosas:

-       La primera es que tendremos y con 25 años a cuestas, tendríamos ya, que integrar radicalmente nuestro ser salvatoriano laico a nuestra vida.  Generalmente, nos hemos contentado con algunas acomodaciones de nuestros horarios para lograr hacer cosas. Es decir que hasta este momento nuestro ser salvatoriano laico no es sino una actividad adicional a todo lo otro que hacemos, no es nuestra propia vida en la cual todas nuestras actividades están realizadas en función de nuestra fe. Comprar un  nuevo carro, emprender una nueva carrera profesional o académica, lo que hacemos el domingo en familia, todo lo que hace nuestra vida, tendría que tener el sello “salvatoriano”.

Fácilmente, se dice que no se puede. Pero si se puede. Es cuestión de decisión, de escoger entre mi compromiso con Dios o mi compromiso conmigo mismo, de elegir entre Amor y Egoísmo.

-       La segunda implicación es que, a la imagen de Jesús, de Jordán y de Teresa Von willenbergen, a la imagen de tantos hermanos y hermanas (y en este momento estoy pensando en los padres Alberto, Bernardo y Pablito Salazar, a la hermana Celmira) tendremos que pretender desaparecer para que EL crezca, no aferrarnos a lo que tenemos, a lo que somos, a lo que hacemos sino renunciar a nosotros mismos para hacerlo vivir a EL en nosotros.

 

Cuarta prueba de conducir:

 

Durante 10 minutos con mi vecino, revisamos nuestro quehacer apostólico a la luz de este planteamiento. ¿Realmente si somos salvatorianos laicos en todas las acciones de nuestro quehacer cotidiano?

 

 

Como conclusión inconclusa.

 

Hemos transitado de un lugar, nuestro aniversario No 25 y su realidad llena de luz y también de sombra, a otro, nuestro futuro no tan futuro porque la tarea es apremiante. Lo hemos hecho en cuatro etapas y en cuatro pruebas de conducir. Después de este viaje, no resultamos ni tan sanos ni tan salvos,

 

Pero esperamos que cuando, en otros 25 años, nos voltearemos sobre el camino andado, podremos decir que llegamos a ser más intensamente salvatoriano laico a través de ser plenamente humano, ser verdaderamente cristiano, ser profundamente salvatoriano y ser metodológicamente laico.

 

 

 

MUCHAS GRACIAS.