Buenos propósitos para el 2017.

Aunque nos parezca fútil, insensato o inconveniente porque se nos olvidan, no logramos concentrarnos en ellos y por eso, cuando los cumplimos es porque son pequeñeces, los buenos propósitos para el nuevo año están en desusos.

 

Realmente, templarse el carácter, afinar la voluntad y reflexionar sobre su vida ya parece ser algo anticuado. Pues con la rapidez, la “light” manía y lo superfluo que pretende ser nuestros anhelos de hoy, hace parecer algo cursi nuestros intentos por mejorar.

 

Por lo tanto, diferentes deseos, a pesar de la enredada y de la vacía que suele ser nuestra existencia, resurgen en nuestras mentes cuando, por solo un instante, intentamos parar esta frenética carrera hacia al éxito, al estatus, al bienestar, al poder…

 

El primero que nos viene en mente es SER FELIZ. Porque con todos los “juguetes” que tenemos, con todos el dinero, con todas las relaciones sociales, la mayor parte de las personas no logran sentirse realmente feliz, tragan pastillas, alcohol, se muestran depresivos porque no han encontrado un sentido verdadero a sus historias.

 

El segundo es la SALUD. Siempre nos decimos enfermos (y de veraz lo somos), nos quejamos de todo por todo, de todos para todos en todo momento. Nuestra salud mental pero también física nos preocupa aún tengamos todo para estar aliviado. Siempre vemos en nosotros mismos y en los demás lo que no funciona en vez de ser atento a todo lo que marcha bien.

 

El tercero es la PAZ. En pelea continua con nuestros semejantes porque no podemos admitir un punto de vista diferente al nuestro, porque nos parece que la manera de vivir nuestra es la norma, porque entramos a discutir y a argumentar antes de escuchar, porque negociar para nosotros es ante todo hacer valer nuestros deseos y no encontrar a mitad de camino un lugar donde los dos estemos satisfechos, la paz es algo a lo cual aspiramos armados hasta los dientes.

 

El cuarto es la PROSPERIDAD. No la hemos alcanzado y aunque el 10% de nuestros compatriotas tienen sus cuentas bancarias rebosantes de cifras con 10 dígitos, la prosperidad para todos es, hasta hoy, un sueño. Empecemos a comprar lo necesario vs lo excesivo, lo local vs lo extranjero, lo artesanal vs lo multinacional para que todos, algún día, tengamos lo suficiente para vivir bien.

 

El quinto es el AMOR verdadero, hecho de confianza mutua, de atención recíproca, de construcción conjunta, de don de sí, de ayuda, de coraje, hecho de este sentimiento fuerte, poderoso y frágil a la vez que transforma nuestro ser completamente. Nada que ver con los amoríos publicitados en el cine, el internet o las revistas people.

 

 

Todo esto y mucho más lo quiere para nosotros este “man que está vivo” desde más de 2000 años y que, este año como los otros años, nos invita a seguirlo para vivir mejor.